DAMAS DE COMPAÑÍA
Todas mis parejas siempre me habían halagado lo buena amante que era, las buenas dotes amatorias que practicaba con ellos y además la gran imaginación que tenía. En alguna ocasión me habían dicho que en el mundo de las damas de compañía no tendría precio y podría ganar mucho dinero.
Aquella mañana de octubre me levanté revoltosilla y decidí jugar a ver qué pasaba. En primer lugar, quise probar a ver si tenían razón ya que yo no confiaba mucho pero era un juego más y me parecía divertido. La idea era salir para conocer a alguien y ver si surgía el deseo de probarnos, que pagase por tener sexo conmigo sería la prueba de que ellos tenían razón. Se acercaba la Feria del Salón del Automóvil y finalmente pensé que sería un buen lugar para encontrar jugadores. Supuse que después de ver tantas azafatas jóvenes y también bonitas, la testosterona estaría disparada y mi propuesta sería mejor aceptada.
Había que ir elegante a la par que atractiva con pequeños toques sexys pero sin pasarnos. Para ello que mejor que medias negras y además tacón alto, falda a medio muslo, ni corta ni larga y una blusa de seda que insinuara mis pechos. Toda la mañana hablando con cientos de hombres que no despertaban ni mi lascivia y ni mis fantasías sexuales hasta que llegó él, esa mirada de cazador le delató y yo le respondí con mirada de felina.
Nuestro lenguaje corporal mientras hablábamos nos delataba. Noté como mis pezones se erizaban bajo mi blusa y lo mejor es que sabía que se marcarían ya que mi lencería era de encaje muy fino. El los miró con descaro y también se lamió los labios. Para mi ese acto hizo que me humedeciera de inmediato y que mi coñito juguetón empezase a palpitar de deseo.
Propuso que le dejase probar el coche que vendíamos y finalmente mi cabeza empezó a imaginarlo conduciéndolo mientras yo le montaba a horcajadas. Sentir su polla dura clavándose en lo mas profundo de mi vagina mientras conducía y mordía mis pezones desnudos al dejar mi blusa abierta. Posiblemente perdería mi trabajo pero necesitaba hacerlo realidad.
Montamos en el coche y le dije:
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Probar el coche es gratis. Sentir cómo mi cuerpo te folla mientras conduces es un extra que deberás abonar antes de comenzar.
Nos quedamos mirándonos fijamente hasta que él contestó:
El dinero no es problema así es que arranquemos ya.
El arrancó el coche y yo puse mis manos a trabajar tocándole los muslos hasta llegar a la zona peligrosa, esa zona que ya estaba dura y deseosa de que mis labios se escurrieran por ella, así es que en primer lugar desabroché su pantalón y mi cabeza se hundió entre sus muslos comiéndole la polla como si no hubiera un mañana. Él agarró mi pelo con fuerza y mientras gemía de gusto marcaba el ritmo de mi lengua al chuparla.
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Eres una putita y muy tragona, jooooder como la chupas, me vas a dejar seco ya y quiero probar ese coñito mojado.
Me senté sobre él y le susurré al oído:
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No soy una putita sino una de las mejores damas de compañía y ahora mantenla así de dura porque me la voy a clavar y te mojaré de gusto y placer. Sexo lascivo y morboso mezclado con la velocidad de un buen coche no tiene precio y como experiencia es de lo mas recomendable…